¡Bienvenidos a Días de Radio! Hoy toca una historia de aventura épica en el mundo antiguo que titularemos El caballero Kirito.
Narrador 1
Hace mucho mucho tiempo en un reino llamado Imperión, existía un caballero elfo llamado Kirito que entró en un palacio escondido en una montaña que estaba totalmente a oscuras. Consiguió una última antorcha disponible en una de las paredes del castillo y la encendió para entrar e investigar qué estaba pasando en ese castillo.
A medida que avanzaba por los oscuros pasadizos que formaban las salas del castillo, llegó a una última sala en la que no se veía absolutamente nada aún con la antorcha totalmente encendida. Parecía como si las paredes absorbiesen la luz de la antorcha.
En ese momento, se desencadenó un ruido a sus espaldas, y al darse la vuelta rápidamente, se dio cuenta de que la puerta se había cerrado. Había quedado encerrado en esa sala en la que apenas se veía nada.
Poco a poco avanzó hacia las paredes y consiguió ver al tacto que las paredes eran totalmente lisas, sin ningún tipo de dibujo ni inscripción, de color dorado. Palpando palpando con la mano, descubrió una pequeñita hendidura con forma circular en la que podía introducirse algo, pero no tenía nada que pudiese encajar ahí. Siguió avanzando por las paredes a ver si encontraba algo que pudiese encajar en la hendidura, o cualquier otra cosa que pudiese servirle para salir de esa habitación.
Narrador 2
Y entonces, vio que en el bolsillo tenía una moneda y la metió en ese agujero. Y entonces se abrió un túnel lleno de ratas, por el cual siguió avanzando, y llegó a una habitación llena de tesoros. Los tesoros estaban rodeados de veneno de serpiente. Y pensó “mira estas ratas, son inmunes al veneno! Si yo me echo una serpiente, me convertiré en inmune!”
Entonces el aventurero siguió y siguió y descubrió a alguien que había sido abandonado por sus compañeros para que muriese y pensó: “no te preocupes, que yo no te abandonaré. Yo no salgo de este palacio sin llevarme el esqueleto de este hombre y enterrarlo como se merece”. Entonces, buscó hendiduras y entre las riquezas vio a una serpiente que estaba saliendo y la mató. Al matarla se activó una trampa y comenzaron a caer arañas venenosas peludas del techo. El aventurero usó la serpiente como bastón giratorio para que las arañas no le cayeran encima.
Narrador 3
Siguió corriendo y al final del pasillo se encontró con un esqueleto y dijo “también me lo voy a llevar!”. E intentó tener una idea, como los filósofos. Como el sabía que los franceses lo estaban persiguiendo, salió de la cueva, pero los franceses ya había llegado, y tuvo que esquivarlos y salir corriendo.
Los franceses le disparaban, pero él seguía corriendo y llegó a un pueblo y se refugió allí.
Narrador 1
En el pueblo al que llegó, había un monasterio, y pensó que allí podría enterrar a las dos personas que traía.
Subió y subió la colina hasta llegar al monasterio, pero no había nadie en los alrededores, estaba todo desierto y todas las puertas cerradas. En la puerta principal vio una gran aldaba y la utilizó para llamar.
Se abrió una ventana a la altura de su cara por la que se asomó un ojo y se oyó una voz que dijo “Quién va?” y respondió “Soy Kirito, el caballero. Llevo un largo rato de camino corriendo con estos dos esqueletos porque me perseguían los franceses, y por fin los he conseguido despistar y he llegado hasta aquí. Quiero darle a estos dos esqueletos sepultura, tal y como se merecen, ya que me los he encontrado abandonados en una cueva. ¿Vosotros podríais darme asilo y así poder enterrarlos en condiciones?”
La voz al otro lado de la puerta respondió: “Yo sé quién eres realmente, no me engañas. Tú eres un príncipe de un reino muy muy lejano, que ha salido a explorar mundo y quiere reconocimiento enterrando estos dos cuerpos en nuestro monasterio y proclamarse como héroe, así es que no te vamos a dar asilo porque tus intenciones no son sinceras, que eres un egoísta!”.
Narrador 2
Y entonces, el caballero le dijo “que no, que no soy un príncipe. De verdad!”. Y el monje seguía sin creerlo. Llegaron otros monjes y ninguno lo creyó “Seguro que eres un príncipe! Los enterraremos nosotros y no te llevarás ninguna medalla!”. Y los enterraron y le dijeron “Ya está la sepultura hecha, así es que como se está haciendo de noche, puedes alojarte en el hostal de ahí enfrente, pero no te daremos el dinero, te tendrás que costear tú el alojamiento porque eres rico, eres un príncipe.” Y el caballero Kirito como no tenía dinero para pagarse un hostal pues se tuvo que alojar en una tienda de campaña que casualmente se encontró por la calle; y dentro tenía un saco de dormir que se notaba que era de un vagabundo que se había dejado por ahí la tienda de campaña.
Narrador 3
Al día siguiente se despertó y hubo una invasión bárbara, que pertenecía a una secta fanática, y se fue corriendo y siguió y siguió y vio una carretera y esperó a que pasase alguien. Entonces vio un coche de caballos en el que iba montado su rey. Y le dijo al rey “mi señor, están atacando a un pueblo muy cercano los bárbaros!” y entonces dijo el rey “Bueno, voy a salvarlos porque me da la gana”.
Narrador 1
Entonces el rey le preguntó a Kirito “¿hay diamantes en ese pueblo?” y respondió Kirito “¿qué son los diamantes?” y dijo el rey “los diamantes son como unos cristales blancos que brillan mucho al sol”. Kirito le dijo “ah! eso! el pueblo está lleno de piedras de esas tiradas por todos lados! Pero eso no sirve para nada, son cristales inútiles y muy duros!”.
En ese momento, el rey con los ojos llenos de codicia dijo “ahora mismo enviaré al ejército al completo para ayudar a mi pueblo! Que me he dado cuenta de que son unos fieles súbditos que están aquí pasando hambre y pasando calor y nunca he hecho nada por ellos!”.
El rey volvió a su castillo, llevándose a Kirito con él, convocó a todos sus vasallos y celebró un gran banquete para prepararse para la gran batalla que venía a continuación. Tras esto, todos partieron hacia la batalla, incluido Kirito, para mostrarles el camino, pero se quedó al margen de la batalla.
El rey ganó, los bárbaros fueron expulsados y colorín colorado, este cuento se ha acabado!