
El DinoRace es un juego en el que nunca me habría fijado en una estantería de juegos, pero nos lo recomendaron porque para los niños podría ser divertido.
Comenzamos barajando el mazo de cartas y el mazo del tablero, lo cual ya nos dio buena espina porque auguraba que las partidas podrían ser diferentes unas de otras, ya que el tablero era diferente de partida en partida. Tras prepararlo todo, decidimos que el más pequeño era el que empezaba (en las instrucciones pone que comienza el que haya visto una película de dinosaurios más recientemente, pero como adivinaréis aquellos con más de un crío, las películas suelen verlas al mismo tiempo y cambiamos esta regla por la de “empieza el más pequeño”).
La partida empezó como cualquier otra partida en la que la suerte de las cartas que tengas en la mano son las que van marcando el ritmo y no la estrategia de cada uno. Hasta ahí un juego de carácter infantil normal.
Pero a medida que en el dado comenzó a salir el símbolo del volcán y el tablero comenzó a cambiar durante la partida, la verdad es que se puso mucho más interesante y, aunque el único hecho que te da la victoria es principalmente la suerte, comenzabas a disfrutar viendo como los demás se iban quemando. No era tan divertido cuando el quemado eras tú, pero… ¡el azar es así y a mí también me tocó un poco de fuego!
A mi peque no le gustó nada ser el primero en quemarse, es más, se enfadó bastante cuando le tocó llevarse la gota de lava (que resta puntos al final de la partida), pero cuando vió que todos estábamos bastante “achicharrados” se le pasó y comenzó a divertirse como el que más.

Finalmente mi peque acabó la carrera el primero con sus dos dinosaurios (DinoRace significa carrera de dinosaurios, para aquellos a los que el inglés les cueste un poco), aunque por caprichos del azar, la que acabó teniendo más puntos fui yo al final de la partida, así es que declaramos un doble ganador: el primero que acabó la carrera y el que más puntos tenía.
A mi otra peque, la mayor, de 10 años, también le entretuvo, pero sin ganas de repetir porque prefería jugar a otros juegos en los que su cabecita le pudiese dar la victoria y no simplemente el azar.
La verdad es que es un juego bastante fresco y divertido para pasar un rato de charla y sin más aspiraciones. Una muy buena hora de diversión que va cambiando conforme va avanzando la partida.