
Y llegó la hora de probar un juego de soldaditos, en los que las figuritas se van moviendo por el mapa para conquistar territorios y conseguir puntos. No es que esta mecánica y tipo de juego me llame mucho la atención, pero ante la insistencia de mi marido, decidimos probar uno de estos juegos a ver qué tal. Y el afortunado fue el Blood Rage.
Este juego, basado en las tribus Vikingas, se basa en el deseo de batalla que históricamente se ha atribuído a esta civilización, por lo que todo lo relacionado con guerras y muerte no solo es que sea poco costoso en las partidas, sino que además te da ventajas y puntos al final de la misma.
A mis peques les gustó más de lo que yo pensaba, aunque al más pequeño le molestó mucho el hecho de que me cargara a uno de sus monstruos en la primera era. Se enfurruñó, se le cayeron dos lagrimones y no quería seguir jugando. Por mucho que le explicábamos que al final de cada era, tras el Ragnarok (el fin del mundo para los vikingos), los que estuviesen en el Valhalla (como si dijésemos el cielo de los Vikingos) resucitarían y volvería a tenerlos disponibles…. no quería saber nada de nadie porque le habíamos matado a su monstruo. Ea.
Finalmente acabamos la primera era como pudimos, dada la postura de “sois todos muy malos”, y cuando esa criatura vio que todos sus monstruos y guerreros muertos volvían… madre mía!! Qué felicidad se le dibujó en la carita. A partir de ese momento se dedicó a realizar el bruto, atacando a diestro y siniestro, porque como al final sus “bichitos” resucitaban, pues no pasaba nada.Y aunque parece una estrategia carente de estrategia, finalmente quedó el segundo en la partida!
Una de las pegas que le encuentro al juego es que las reglas tienen muchos detalles, y la verdad es que nos íbamos inventando sobre la marcha aquellos detalles que no teníamos demasiado claros. Creo que en posteriores partidas, sabiendo a qué atenernos desde un principio, las partidas pueden ser más entretenidas, porque juegas sabiendo lo que haces y no un poco “a lo loco”.
A la mayor de mis peques le gustó bastante el juego, y aunque quedó la última de la partida, sí que se quedó con ganas de echar otra. El problema es que la partida fue bastante larga y necesitábamos una paradita cuando la acabamos para estirar un poco las piernas, al menos los no-peques.

Al menor de mis peques, tras la euforia de la resurrección de sus “bichitos”, también le gustó el juego, pero tampoco estaba dispuesto a echar otra partida seguida.
Si nos ponemos de acuerdo para volver a jugar al Blood Rage os seguiremos informando.
Por cierto, si a alguien le gusta el tema de personalización de miniaturas, os he puesto por ahí algunas fotos de cómo quedan tras la personalización algunas figuras del juego, por lo que se puede ver como doble diversión!
