
Como este año tocaba irse de vacaciones a la playa en modo vuelta y vuelta (cosa que odio sobremanera), decidí llevarme una remesa de juegos para poder pasar el rato y, al menos, llevar mejor eso de el retiro y la tranquilidad… y entre ellos se encontraba una de nuestras recientes adquisiciones: el Valdora.
El juego se desarrolla en un precioso valle, el de Valdora, que está plagado de riquezas. Cada dos por tres, a lo largo de los caminos, nos vamos encontrando con depósitos de joyas y monedas a disposición de quienes pasen por allí (no voy a hacer comentarios sobre este aspecto). También hay una serie de clientes en el juego harto de perezosos (por no decir que son unos flojos), que en vez de darse un paseo a recoger joyas, se las encargan a los jugadores, que conseguirán puntos por hacerles los recados. Eso sí, los jugadores han de preocuparse de adquirir el equipamiento adecuado para poder transportar los distintos tipos de joyas existentes.
El valle de Valdora, además de riquezas a cada dos pasos, cuenta con cuatro castillos en los que podemos adquirir tanto el equipamiento como los encargos de los clientes que tenemos que cumplir para conseguir puntos.

La puesta en escena del juego es bastante rápida (lo cual es de agradecer cuando juegan peques en la partida), y como cambia la ubicación de las gemas así como el orden de las misiones y el equipamiento, se garantiza que cada partida sea diferente a la anterior.
La mecánica del juego es bastante sencilla de entender, con algunos puntos concretos que se pueden ir contando sobre la marcha. No existe una competencia encarnizada entre los jugadores por los recursos, por lo que no hay demasiados piques, sobre todo entre los jugadores más peques.
El aspecto visual del valle de Valdora es perfecto para mi gusto: las gemas de colores, esos preciosos libros de madera en los que se colocan tanto las misiones como el equipamiento, el tablero que recrea muchos detalles… todo un conjunto de colores muy atractivo visualmente y que al os más peques les encanta.

En nuestro caso, la puntuación de las partidas ha estado bastante ajustada, teniendo en cuenta que cada uno tiene su particular forma de jugar y a unos nos gusta abastecernos de todo el equipamiento necesario para luego comenzar a hacer misiones, mientras otros se ponen a hacer misiones con lo que “llevan puesto” y a medida que van necesitando más, lo van adquiriendo. También tenemos la técnica del mono-color: a mí me mola el color azul, y hago todas las misiones del mundo de ese color, y como me llevo bonificación por realizar muchas misiones de un color… pues así gano puntos.

A mis peques les gusta jugarlo. No es de los juegos a los que quieren repetir una y otra vez (como les pasa con Pequeños Grandes Reinos, por ejemplo), pero si lo saco de vez en cuando pasan un buen rato. En cuanto a quién gana a quién, la cosa está bastante equilibrada, y las victorias no suelen ser aplastantes, sino que entre el primero y el segundo suele haber una diferencia de dos o tres puntos como mucho, lo que también hace que la decepción de perder no sea tan grande.

Como la condición de fin de partida es la misma siempre (resumiendo, que se hayan realizado casi todos los encargos existentes), a más jugadores más rápido parece que termina el juego, puesto que el número de encargos por jugador es menor, mientras que a dos jugadores las partidas pueden hacerse un poco largas, aunque la duración en ambos casos es la misma: una media hora o tres cuartos de hora.
Como conclusión, Valdora es un juego de mesa encantador, es agradable tanto visualmente como para jugarlo ocasionalmente con los más peques de la casa. Es rápido de colocar y las partidas son relativamente cortas (30 – 45 minutos) y sin demasiado enfado entre los jugadores. Muy recomendable!
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Fotos del Valdora
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1 comentario en «Valdora. 7 y 10 años. 4 jugadores.»