
Dentro de una caja con una espectacular portada de un bonito dibujo de un bosque japonés con unos fantasmas y espíritus al más puro estilo de la princesa Mononoke. Con esta presentación nos encontraos al Sugi, cuyo título en sí ya es sugerente: Sugi es el árbol nacional de Japón, y ha sido tradicionalmente plantado alrededor de templos y lugares de culto desde hace mucho tiempo, existiendo en la actualidad ejemplares enormes. También hay que señalar que es el tipo de árbol más común que existe en el bosque encantado de Japón, más conocido como el bosque de los suicidios, que según la tradición popular está plagado de espíritus.
En este sentido, los jugadores encarnan a cuatro espíritus que tratan de guiar a unos samurays hasta el templo que hay al fondo del bosque. En el bosque hay un fantasma que trata de evitar el avance de los samurays.

La puesta en escena del Sugi es rápida. Mezclar las losetas de terreno y colocarlas boca-abajo formando una cuadrícula de 3×4 entre la loseta de salida y la loseta del templo. Luego barajar las cartas de movimiento y repartir cuatro a cada jugador. Por último, repartir una carta de árbol genealógico a cada participante. Colocamos los cuatro jugadores de samuray en la entrada del bosque, el fantasma al lado del templo y ¡listo para jugar!

La mecánica del juego es simple de entender, pero un poco caótica de seguir… En cada ronda, se van sucediendo los turnos de los jugadores, en cada uno de los cuales puede optar por dos acciones: o juega una carta utilizándola para mover a los samurays o juega una carga como acción especial. Las cartas para movimiento se van colocando en orden de llegada a la mesa y boca-abajo en una cola, de forma que cuando la cola llega a 5 cartas, finaliza la ronda y se procede a dar la vuelta a las cartas de movimiento para intentar mover los samurays. Existen cuatro acciones especiales, que son mover al fantasma un número indiferente de casillas ortogonalmente, girar una carta de movimiento o una pieza del terreno del bosque, insertar una carta de movimiento en la planificación de la ronda o eliminar una carta de movimiento de la planificación de la ronda. Cuando un samuray tiene que acceder a una casilla del tablero que aún no ha sido descubierta, se le da la vuelta a la loseta. Si un samuray no puede reaelizar un movimiento porque el camino no lo permite, el movimiento se descarta. Cuando el fantasma entra en una casilla en la que hay samurays, estos huyen despavoridos hacia cualquier sentido por el que no haya entrado el fantasma. La partida finaliza cuando tres samurays llegan al templo.


El aspecto visual es muy atractivo. A mí personalmente la estética japonesa me gusta mucho, por lo que nada más ver la caja me llamó la atención. A mis peques también les gustó mucho la caja, aunque puede que se les haya pegado algo (por no decir mucho) de los gustos de su madre. El tablero también es muy sugerente, ya que los caminos están plagados detalles como gatos, unicornios, zarzas en llamas, dragones… todo al más puro estilo japonés. Las cartas son cuadradas, cosa no demasiado habitual y que le da un toque distinto al conjunto.

El juego Sugi en sí es un poco caótico… entre el tablero que no se conoce y las cartas de movimiento que son secretas… al final los movimientos no se rigen casi por ninguna estrategia. Además, hay que tener mucho cuidado cuando colocas una carta de movimiento, ya que al darle la vuelta para ponerla bocaarriba puede que no la hayamos colocado tal y como queríamos y nuestro samuray vaya justo en el sentido contrario al que queríamos. Otro añadido más que hizo nuestra partida más difícil fue el tema de las puntuaciones: al final de la partida, según la carta de árbol genealógico, se puntúa según los samurays que hayan entrado, independientemente del orden en el que lo hagan. Yo interpreté mal las instrucciones y decidí que solo se puntuaba si llegaban en un orden determinado… ¡ERROR! Intentar poner un orden dentro del caos hizo la partida aún más difícil.
¿Que quién ganó? La verdad es que ni lo recuerdo. Yo no, seguro. A mitad de partida estaba ya un poco harta de tanto no saber qué iba a pasar… A mis peques ese descontrol tampoco les gustó demasiado. Cierto es que luego he jugado partidas con otras personas (peques incluídos) y les ha gustado mucho la mecánica del juego, el no saber qué va a pasar y la falta de control sobre el resultado “programado”. Ya se sabe, para gustos los colores!
¿Vosotros habéis probado el Sugi? ¿Habéis jugado otros juegos con esta misma mecánica? ¿Os han gustado? Compartidlo con nosotros!
1 comentario en «Sugi. 3 jugadores. 8 y 11 años.»