
Mucho había yo leído del Kingdomino por la red: que si se parecía al Carcassone, que si se agotó en Essen en muy poco tiempo… vamos, curiosidad pura y dura que tenía yo por probarlo. Así es que cuando lo vi en una de esas tardes en la Ranilla que organiza la asociación Queremos Jugar, no me lo pensé dos veces y nos pusimos a echar una partida.
Lo cierto es que hasta que no me he puesto a escribir esta reseña no había leído bien el nombre del juego. Yo tenía en mente Kingdominio (por eso de el rey dominante) en vez de Kingdomino, y ahora el título del juego me cuadra más con lo que me encontré cuando estuvimos jugando.

En el juego somos unos reyes que tenemos un castillo y un reino que se limita a una loseta cuadrada. Nuestro reino es el castillo o nuestro castillo ocupa todo el reino, depende de cómo lo queramos mirar. A lo largo de la partida, hemos de ir ampliando nuestro reino hasta un tamaño deseable de 25 cuadrados. Si lo hacemos con orden y visión, al final todo cuadra. En caso contrario, y el que más suele ocurrir, siempre nos sobra alguna pieza.

La puesta en escena del Kingdomino tiene algo de preparación. Hay que mezclar todas las losetas de reino y colocarlas en fila. Para esto, la caja trae un inserto que nos ayuda mucho en esta tarea, lo cual es un gran punto a favor de sus diseñadores. Se reparte un castillo, la loseta de reino inicial y un rey a cada jugador. Además, al principio de cada ronda, se han de sacar cuatro fichas de juego y colocarlas de mayor a menor (según un número que tienen en su parte trasera) sobre la mesa. La menor ha de estar más cerca de la caja, y la mayor es la más alejada. En la primera ronda se realiza dos veces esta acción, de forma que siempre habrá dos tandas de cuatro losetas disponibles. Tampoco es demasiado, la verdad, pero después de unas cuantas partidas haciéndolo yo, pues cansa un poco. Son ganas de quejarme!

La mecánica del juego es similar a la del dominó. En la primera ronda, se sortea el orden de salida y cada jugador escoge una de las cuatro losetas disponibles colocando su rey encima de ella, pero todavía sin cogerla. Comenzando por el jugador que ha escogido la loseta de menor valor, cada uno de los jugadores coloca la loseta seleccionada (o la descarta si no puede colocarla) en algún lugar de su reino y elige una loseta de la siguiente ronda. Las losetas, que vienen divididas en dos partes, tienen que colocarse de forma que al menos una de esas partes entre en contacto con otra loseta que tenga una parte del mismo tipo que la que se coloca (se considera que la loseta inicial de castillo es como un comodín que pega con todo). Además, al colocar la loseta no podemos exceder una cuadrícula de 5 x 5. De verdad os digo que al final de la partida, casi siempre suele sobrar alguna loseta que no se puede colocar por falta de espacio! Algunas losetas traen multiplicadores de terreno, de forma que los puntos al final de partida serán el número de losetas de un tipo de terreno que estén adyacentes por el número de multiplicadores que tengan. Me sale fatal explicarlo, lo sé, pero con el juego delante es muy fácil de entender. Además, las instrucciones son muy claras, con muchos ejemplos y cortas, así es que lo dejo para los que se saben explicar.

El aspecto visual es encantador. Los distintos tipos de terreno son muy bonitos, y algunos tienen su gracia, como una casilla doble de agua que trae dibujado a Nessie. ¡Todos queremos coger la pieza de Nessie! También hay que decir que las piezas son como acolchadas, muy gorditas. No sé exactamente cómo se llama el material, pero es como papel mullido recubierto de láminas de imágenes brillantes. El resultado es muy bueno, y es algo que llamó la atención de todo el que lo vio.
Como las partidas son bastante cortas, pues creo que no llegan a la media hora, nos echamos unas pocas partidas, entre otras cosas porque uno de los jugadores adultos no conseguía ganar y estaba ya picado (esta vez no era yo!! Yuju!). Pero como te quedas con ganas de más, pues no hubo problema por parte de ninguno de los jugadores que estábamos.

Lo mejor del Kingdomino… pues es difícil de decidirse. La duración de las partidas para cuando quieres algo rápido, y la facilidad para explicar las reglas, que en un pispás pones a jugar a cualquiera. El inserto que trae de serie también es un punto a favor a la hora de jugarlo y recogerlo.
Lo peor del Kingdomino la colocación de las piezas turno tras turno. Llamadme vaga si queréis, pero os aconsejo que rotéis al responsable de colocar las piezas de ronda en cada partida, porque a mí me acabó saturando.
¿Habéis probado este juego tan adictivo? ¿Os han entrado ganas de probarlo? Dejad vuestros comentarios con nosotros!