
La semana pasada estuvimos echando una mano en la semana cultural de un colegio en el que uno de nuestros conocidos es maestro. Se montó un taller de juegos de mesa en el que los alumnos podían jugar partidas a los distintos juegos disponibles, algunos prestados por el profesor y otros prestados por la asociación Queremos Jugar. En uno de los ratitos que no había mucha bulla de gente, mi peque vio la caja del juego Spookies, que yo había tanteado otras veces por Internet, y con otra niña de las que había en el taller, decidimos jugar una partida.
En Spookies, que significa algo así como espeluznantes, jugamos con cuatro amigos y su perro, que para demostrar lo valientes que son, deciden entrar en una casa encantada del barrio y llegar lo más alto posible. Suena a típica película de adolescentes… al menos a mí me lo parece.

La puesta en escena es corta y poco espectacular. Se abre el tablero (que es la casa encantada), se ponen todas las fichas de “susto” con la cara en la que aparece la puntuación hacia abajo, se colocan las fichas de la pandilla y el perro fuera de la verja del jardín, y listo! Hay que tener en cuenta que el número de fichas de “susto” varía en función del número de jugadores, para evitar que partidas con pocos jugadores se hagan demasiado largas.

La mecánica del juego sencilla como ninguna otra. Se tira el dado de personajes, que nos indicará con el personaje que vamos a andurrear por la casa. Luego elegimos con cuántos dados vamos a realizar la tirada (mínimo dos). Para tomar esa decisión, hay que tener en cuenta que se seleccionarán los dos dados con mayor valor de la tirada. Tendremos que mover al personaje que nos haya tocado a la planta que indique la suma de los dados de la tirada. Si la planta resultante está por encima de donde nos encontramos y tenemos que subir en la casa, cogeremos tantas fichas de “susto” como indique la tabla de correspondencia que hay en la parte derecha del tablero. Si por el contrario, la planta destino nos hace bajar, perderemos tantas fichas de “susto” de nuestro almacén como número de plantas bajemos. Si no nos movemos de planta, no hacemos nada. El jugador puede realizar tantas tiradas de dados de puntuación como quiera (sin cambiar de personaje), hasta que decida pasar u obtenga una tirada que lo haga bajar. Entonces el turno pasará al siguiente jugador. La partida finaliza cuando ya no hay más “sustos” disponibles. En ese momento, se cuentan los puntos que se han ganado con los “sustos” obtenidos y gana la partida el jugador con mayor puntuación.

El aspecto visual de Spookies es bonito y a los más peques les puede llegar a gustar mucho. La casa está llena de detalles “terroríficos” sin rayar en ningún momento el mal gusto o lo desagradable, y a los peques les puede resultar incluso divertido. Los dados de puntuación son de color negro, y los puntitos son de colores brillantes (azul eléctrico, dorado, plateado y cobre), que quedan bastante resultones.
Es un juego en el que la suerte tiene el mayor papel a la hora de jugarlo, además de la prudencia que han de tener los jugadores. Yo, como no tengo ni prudencia no suerte… pues perdí por goleada. Mi peque, que no tiene mucha prudencia pero sí mucha suerte, quedó el primero.

En la partida que jugamos, la otra niña con la que compartíamos mesa no se cansaba de preguntar “y la planta quinta te da miedo?”, “Qué te da más miedo, la tercera o la segunda?”, “Yo creo que las plantas de arriba dan más miedo, verdad?”. Se estuvieron fijando en todos los detalles del tablero. Los peques volvieron a jugar una partida ellos dos solos, porque les resultó divertido, lo cual dice mucho a favor del juego. Eso sí, lo veo casi exclusivo para peques.
¿Vosotros lo habéis jugado? ¿Qué os parece? ¿Les gusta a vuestros peques?