
¿Qué hacer cuando somos muchos y no tenemos ganas de montar un juego mastodóntico en el que echar toda la tarde? ¿Qué hacer con esos jugadores que al rato ya se han aburrido y se quieren retirar del juego para al rato volver a incorporarse porque vuelven a estar aburridos mientras los demás se lo pasan en grande? ¿Y si encima tenemos niños en la reunión que no dejan de meterse en lo que los adultos hacen y se quieren apuntar a todo lo que se propone en vez de jugar entre ellos? Pues sacar un juego ligero, rápido y sin complicaciones como el Fantasma Blitz.
La puesta en escena, lo más simple del mundo: sacas el mazo de cartas, sacas los objetos (un fantasma, una botella, un libro, un sillón y un ratón) , barajas un poco las cartas y listo! Quizás lo más complicado sea la disposición de los jugadores en la mesa, ya que todos tienen que estar cerca de los objetos del juego y en mesas rectangulares siempre hay alguno que acaba recostado sobre la mesa para estar más cerca del centro.


La mecánica del juego está pensada para que el que más rapidez visual tenga gane la partida. Existen dos tipos de cartas dentro del mazo de juego:
- Cartas fáciles (al menos para mí), en las que aparecen dos objetos de los cinco existentes y solamente uno de ellos posee el mismo color que el objeto real. En este caso gana el jugador que toma el objeto con el color real del conjunto de objetos que hay sobre la mesa.
- Cartas difíciles (que a mí me cuestan mucho rato), en las que aparecen dos objetos de los cinco existentes y ninguno de ellos tiene el mismo color que el objeto real. En este caso gana el jugador que toma el objeto cuyo color o forma no está representado en la carta.
Si los jugadores que van a intervenir en la partida son solo peques muy peques o es la primera vez que juegan, es recomendable separar los dos tipos de cartas y al menos echar una partida con cada uno de los tipos, para que entiendan cual es la diferencia entre un tipo de carta y otro. Más adelante, cuando ya lo hayan pillado bien, se pueden mezclar ambos tipos de cartas en una misma partida, y aumentará el caos a la hora de jugar.

El aspecto visual es divertido. Fantasma Blitz es un juego dirigido principalmente a un público pequeño, y que el contenido del juego no se puede hacer mucho más espectacular (añadiendo brilli-brilli o más detalles a las cartas o los objetos) porque la mecánica hace que lo que cuente es la forma y el color tanto de las cartas como de los objetos, cualquier detalle adicional no es bienvenido. Eso sí, la cara del fantasma me parece un poco terrorífica…
Por experiencia, es muy importante una buena presentación del juego a los participantes, ya que si no conocen el juego, sobre todo en los peques, las ganas de jugar aumentan o disminuyen en función de las expectativas creadas por la historia que se les cuente al comenzar la partida. A modo de ejemplo, os voy a crear un mini – relato (que al final no me ha quedado tan mini) que podéis utilizar, con todas las modificaciones y florituras que estiméis oportunas, para presentar este juego en la mesa a los participantes. Ahí va:
Historia para la presentación de Fantasma Blitz
Érase una vez un fantasma que vivía solo en una casa. Como el fantasma tenía muchos muchos años, y no tenía a nadie con quien jugar porque en el barrio se decía que la casa estaba encantada y nadie quería entrar en ella, se aburría mucho mucho mucho, tanto o más que una ostra.

Un día llegó un periodista a la casa porque estaba haciendo un reportaje sobre falsas casas encantadas. Pensaba que como era una casa vieja, grande y destartalada, los vecinos se habían inventado la historia de que estaba encantada y quería demostrar que eso era mentira.
Cuando entró en la casa, se dio cuenta de que estaba casi casi vacía, y que lo único que había por allí, eran una vieja botella verde, un sillón con aspecto incómodo, y un libro bastante gordo al que se le había borrado el título de la portada. También encontró huellas de ratón por el suelo, normal en un sitio tan dejado…
Decidió poner la cámara sobre un soporte, y dejar que hiciese fotos cada 5 minutos al salón de la casa, y regresar al día siguiente a recogerla para revelar las fotos.
El fantasma se alegró tanto de ver a alguien que pensó que si se hacía fotos con sus cosas preferidas delante de la cámara, seguramente la gente vería que era un fantasma divertido y querrían venir a jugar con él. Con la emoción tiró la cámara al suelo más de una vez, pero la volvió a colocar en su sitio y parecía seguir funcionando.
Cuando el fotógrafo recuperó su cámara y reveló las fotos no salía de su asombro, al ver a aquel fantasma guasón foto tras foto, posturita tras posturita, y esos objetos de colores extraños que salían de su cámara… Como pensó que nadie lo creería, guardó las fotos en una caja y nunca jamás se lo contó a nadie, aunque ya nunca fue el mismo: dejó el periodismo y comenzó una carrera muy exitosa como pitoniso, pero eso es otra historia…
Muchos años después, un niño encontró una caja polvorienta en el desván de su casa, junto con un cuaderno en el que una persona relataba cómo las había conseguido. El niño, movido por la curiosidad, decidió ir al lugar en el que estaba la casa de aquel relato, pero la casa ya no existía, sino que habían construido en su lugar una gasolinera.
En homenaje al fantasma y al periodista que casi se volvió loco al conocerlo, inventó este juego con las fotos encontradas en la caja.
Y colorín colorado, esta historia se ha acabado!
No es que sea una genialidad de historia, pero seguro que si hacéis esta introducción y la acompañáis de gestos y tonos grandilocuentes, las ganas de jugar serán tremendas sobre todo entre los más peques.

Muchos de vosotros pensaréis que el juego es muy sencillo, extremadamente sencillo, y que solo es divertido para niños pequeños… y no os falta razón. Pero no debéis confiaros, porque precisamente por eso puede ser que el más peque de la casa os pegue la paliza del siglo jugándolo. A mi peque mayor no hay quién le gane… estoy deseando que llegue alguien y le pegue un tute bueno (eso ha sonado a ser muy mala madre… pero es que no hay manera!!). Es cierto que si los jugadores son únicamente adultos de mediana edad… pues a mí personalmente me aburre, pero en el momento que le metes en la partida peques o personas mayores (tipo abuelos), la diversión se dispara y merece mucho la pena ponerse a jugar partidas por el ambiente que se crea. Los piques entre abuelos y nietos son geniales! Sobre todo los piques de los abuelos…
También hemos encontrado una versión para dispositivos móviles que por lo que he podido ver es bastante fiel al juego de tablero. Dispone además de un modo en solitario, en el que nuestro adversario será el móvil, y otro modo en el que nos enfrentaremos a jugadores repartidos por todo el mundo. Personalmente prefiero el juego de mesa, y en este caso más, porque no hay una preparación compleja y tediosa y lo más divertido del juego, bajo mi punto de vista, es compartirlo con más gente. Eso no quita que momentos de aburrimiento supremo, en los que no haya nadie con quien jugar a nada… pueda servir para echarnos una partidita.
¿Lo habéis probado? ¿Qué os parece la idea de los micro – relatos de introducción a los juegos? ¿Os atrevéis a escribir alguno? Comentadlo con nosotros!!