
Ole, ole y ole!! Otra partida al Carcassone!!
Tras un largo periodo de tiempo sin tocar este añorable juego, por fin lo hemos vuelto a sacar y jugado un par de partidas.
El Carcassone es uno de los juegos más entrañables para mí, ya que fue el primero con el que mis peques probaron el mundillo de los juegos de mesa y gracias al cual se aficionaron a esos juegos “raros” sin tablero y sin dados.
Ciertamente la capacidad de juego de mis peques ha variado mucho desde que empezamos a jugar hace varios años, cuando ellos tenían 5 y 2 años, y cuando hablo de capacidad me refiero a la elaboración de estrategias que son capaces de llevar a cabo durante una partida. En sus comienzos, hace algunos años, tuve que variar un poco las normas de juego porque consideré que eran demasiado pequeños para entender la figura de los agricultores o el hecho de que quien tenga más meeples en un castillo o camino se lleva todos los puntos. Aunque creo que ya serían capaces de entender estos conceptos, aun no los he introducido en las partidas, porque pienso que serían más detalles a tener en cuenta y, tal y como jugamos, las partidas son suficientemente dinámicas sin necesidad de añadir más normas.

Hace uno o dos años, pasaron por una época en la que lo único que querían era compartir castillos y que todos cooperásemos para llevarnos los puntos que los enormes castillos construidos suministraban cuando los cerrábamos. La verdad es que jugar de esa forma era un poco aburrido (por no decir mucho), ya que al final siempre ganaba el que se aprovechaba del resto y se limitaba a poner muñecos en los caminos o las iglesias, dejando que el resto fuese construyendo la mole de castillo (y no quiero señalarme como aprovechada… pero es que era inevitable!!). Creo que ese fue uno de los motivos por los que dejamos de jugar tan “asiduamente” a este juego.
Ayer, cuando lo pusimos en lo alto de la mesa, comenzaron otra vez a comentar “quiero unirme contigo! Vamos a hacer un castillo todos juntos!!!”, y yo, con paciencia, mucha mucha paciencia, les volví a explicar que el objetivo del juego no era cooperar, sino ganar. Que si nos limitábamos a hacer castillos todos juntos, al final no era una partida competitiva para ver quién era el mejor; que el hecho de “compartir” castillos realmente había que transformarlo en “usurpar” castillos, es decir, cuando viesen que otro jugador estaba construyendo un pedazo de castillo, antes de que lo terminase (pero muy poco antes), había que intentar unirse a él para llevarse los mismos puntos con poco esfuerzo…. ¡Y lo entendieron! Hubo algún mosqueo que otro durante el proceso de “usurpación”, pero todo acabó de forma amigable.

Realmente fue una partida interesante, en la que se nota que ya juegan con cierta seriedad, sobre todo la mayor de mis peques, y en la que quedamos con resultados bastante ajustados. La primera partida acabó conmigo como ganadora, y la segunda la ganó la mayor de mis peques, ya que mi suerte durante toda la partida hizo que me nombrasen “la señora de los caminos” y a ella “la señora de las iglesias”… no creo que haya mucho más que explicar….
En definitiva, es bastante enriquecedor dejar un juego fuera de onda durante unos meses y disfrutar de una nueva partida para ver cómo han evolucionado las cabecitas de los pequeños… que cada vez son más mayores!!