
Una caja divertida, pequeña y con pinta de ser un juego rápido y sin muchas complicaciones. Pues bien, el Segundón va en concordancia al aspecto de la caja en la que se presenta.
En este juego somos unos monigotes con cintura de avispa (las fichas de jugador se asemejan a un reloj de arena), que irán avanzando o retrocediendo por un tablero, puntuado desde el -12 al +16, en función de las cartas que amablemente nos hagan llegar el resto de jugadores o nosotros mismos… Pero la gracia del juego es que el jugador con la ficha con mayor puntuación en el tablero no es la que gana, sino la siguiente ficha. Además, en caso de empate en la primera posición de dos fichas, ganaría el jugador propietario de la siguiente ficha… Parece un poco simple por no decir otro adjetivo más peyorativo, pero es más complicado de lo que parece calcular movimientos para quedar en segunda posición.
La puesta en escena del Segundón es rápida. Montar el tablero, que son dos piezas encajadas, mezclar las cartas y repartir 5 a cada jugador. Poner los monigotes de cinturita fina en el número cero del tablero y a jugar se ha dicho!

La mecánica del juego es bastante corta de explicar. El juego consta de 5 rondas, en cada una de las cuales se reparten 5 cartas a cada jugador. En cada turno, todos los jugadores endiñan una carta a otro jugador o a sí mismo, salvo la última de las 5, que siempre se la debe quedar el jugador propietario. Al final de cada ronda, se suman o restan los puntos en los que haya acabado cada jugador, y se vuelven a barajar todas las cartas y repartir 5 a cada jugador. Al final de la quinta ronda, tras el recuento de puntuación, gana el jugador que tenga la segunda puntuación más elevada. También hay una variante más táctica, pero la verdad es que nosotros no la hemos probado.


El aspecto visual es divertido. Muy colorido, simple y sin mucho detalle, lo que cumple sobradamente con el objetivo del juego. La caja de tamaño adecuado para que quepa el tablero. Además, me parece un gran acierto dividir el tablero en dos piezas que encajan entre sí en vez de doblarlo por la mitad; los tableros doblados siempre se quedan con un bollo en el medio y no hay manera de dejarlos rectos. Los dibujos de las cartas muy simpáticos.
Como no teníamos ni bolígrafo ni papel disponibles para ir apuntando los puntos cuando jugamos, lo que hicimos fue ir acumulando las rondas y comenzar cada ronda consecutiva en las puntuaciones que habíamos acabado en la ronda anterior. Ganó uno de mis peques, pero supongo que fue más cuestión de suerte que de táctica, porque comenzamos a jugar rápido rápido y no había mucho tiempo de pensar en qué *?#@ hacer en el siguiente turno.
Durante la partida no hubo rencores con el tema de regalar amablemente cartas a otros jugadores, por lo que decidí que podíamos echar otra partida, porque son muy rápidas. Y pasamos un muy buen rato, la verdad. Supongo que con jugadores más sesudos el juego ganará algo en seriedad y estrategia, pero con mis peques, nuestra máxima aspiración era echarnos unas risas sin complicaciones.
Lo mejor del Segundón para nosotros es la sencillez de explicar y la poca duración que tiene. Esto nos permite echar varias partidas seguidas o llenar un pequeño hueco en el que no podríamos hacer otra cosa.
Lo peor del Segundón según nuestra opinión es que si pilla en un buen día, echas unas risas muy agradables con los peques, pero como pille en un mal día… eso de “regalar cartas” puede ser tomado como una auténtica declaración de guerra entre participantes!! Ya tenemos en casa experiencia en juegos no tan directos como El Tesoro de Isla Tortuga, en el que el simple hecho de comprar una carta que otro jugador quiere terminó en una tarde de morros…
¿Sois de los que soléis quedar segundos en los juegos? ¿Os apetece probar este? Dejad vuestros comentarios!