
Sorprendida, preocupada y atónita fue como me quedé hace un par de semanas cuando recibí en mi correo electrónico un aviso de que una conocida compañía de transportes me iba a hacer llegar un paquete en breve a mi domicilio. “¡Seguro que esta vez no he comprado nada!” – fue mi primer pensamiento. Y por más vueltas que le di, no conseguí averiguar el contenido del paquete que me llegaría al día siguiente.
Por la mañana me llamaron diciendo que no había nadie en casa. Pues no, ese día estábamos todos repartidos entre trabajos y colegios, así es que hasta la tarde nada de nada… ¡Qué podía ser?
Cuando llamaron al timbre por la tarde, pegué un bote del sofá a abrir al repartidor y me entregó una caja muy muy cuadrada. “¡De verdad que no he comprado ningún juego de mesa! ¡Que me estoy conteniendo hasta que llegue el mercadillo de QueremosJugar!”
En cuanto cerré la puerta tenía a mis dos peques pegados a mí preguntando por el contenido del paquete… “¡No sé lo que es! ¡Vamos a abrirlo!”. Y precipitadamente cogimos tijeras de la cocina (imprescindibles para quitar todo el celo que envuelve a esos paquetes) y lo abrimos. Y apareció el Gugong.
¡Como para acordarme! Hacía lo que a mí me parecían años que había entrado en una kickstarter del juego, y la verdad es que ya ni siquiera lo recordaba… ¡Qué ilusión! ¡Hay que leerse las reglas y jugar ya! Así es que nos pusimos todos en marcha: peques a hacer deberes y yo a leerme las reglas para poder probarlo esa misma tarde.
Por cierto, Gugong ( 故宫 – gùgōng) es una palabra china que se traduce al español como Palacio Imperial, y que se utiliza para hacer referencia a la Ciudad Prohibida situada en Pekín, la capital de China. Es el mayor complejo palacial superviviente del mundo, con 980 edificios, que alojan 9999 estancias, y una superficie de 72 hectáreas. Tiene forma de rectángulo, con 961 metros de norte a sur y 753 metros de este a oeste. Ha sido el sido el hogar de veinticuatro emperadores (catorce de la dinastía Ming y diez de la dinastía Qing) desde la finalización de su construcción aproximadamente en el año 1420. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987. Además, está considerada por la Unesco como el mayor conjunto de estructuras antiguas de madera en el mundo.
Ambientación del Gugong

En Gugong, nos ambientamos en la China de finales del siglo XVI. Un nuevo emperador de la Dinastía Ming ha subido al trono, y pretende desterrar toda la corrupción instaurada entre los funcionarios del imperio durante el reinado de su padre.
Para ello, castigó la corrupción con la muerte y en un principio pareció que los funcionarios dejaron de aceptar dinero a cambio de favores. Pero como quien hace la ley hace la trampa, los altos funcionarios comenzaron a intercambiar regalos con los peticionarios. Normalmente, el peticionario entregaba un regalo de gran valor, y el funcionario devolvía un regalo simbólico, como un abanico o una cesta de frutas. Esto no se podía considerar soborno, aunque le andaba muy muy cerca…
En el juego, nosotros somos los representantes de una poderosa familia china y tendremos que conseguir poder e influencia sobornando, digo, intercambiando los regalos adecuados con los altos funcionarios. Al cabo de 4 días, aquella familia que haya gestionado mejor sus “regalos” será la ganadora. Solo hay que tener en cuenta una cosa: aquella familia que no haya conseguido una audiencia con el Emperador, no será nadie y no tendrá posibilidad de ganar la partida por muchos regalitos que haya hecho.
Puesta en escena

El juego consta de un tablero central y un tablero individual para cada uno de los jugadores.
El tablero central tiene siete zonas diferentes con las que se podrá interactuar, en cada una de las cuales se han de colocar diferentes elementos para comenzar la partida.
Algo muy positivo en Gugong son las instrucciones, perfectamente detalladas e ilustradas, por lo que no voy a entrar en la descripción de la preparación.
El inserto que viene con el juego facilita en gran medida la preparación de la partida, que no suele llevar más de 10 minutos. Eso sí, para guardarlo a lo mejor empleamos un poquito más de tiempo para que todo esté perfecto cuando nos apetezca comenzar una nueva partida.
Mecánica del juego

Como hemos dicho anteriormente, Gugong se basa en el intercambio de regalos entre la familia que representamos y los funcionarios durante cuatro días.
Para ello, cada jugador ha recibido cuatro cartas de regalo en la preparación, que tendrá que ir intercambiando con las cartas existentes en el tablero. Por cada carta que intercambiemos, recibiremos la posibilidad de realizar una o varias acciones con nuestros sirvientes, siempre que el regalo sea del agrado del funcionario.
La partida se desarrolla a lo largo de cuatro días (cuatro rondas), cada una de las cuales se divide en tres periodos: la mañana, en la que se realizará la preparación de los elementos, el día, en el que se hará el intercambio de regalos, y la noche, en la que se puntuará qué tal lo hemos hecho durante el día.
Tras la noche del cuarto día, se realizará una última puntuación, y la partida finalizará. El jugador con más puntos, o en caso de empate, el que tenga más prestigio, será el ganador de la partida.
El tablero central se divide en siete zonas en las que podemos realizar el intercambio de regalos:
-
Gugong. El mercado de Jade Zona de viajes: esta zona, cuyo responsable es el funcionario de recaudación, nos permitirá viajar por diferentes poblaciones chinas, en cada una de las cuales recaudaremos impuestos para el Emperador en forma de beneficios.
- Zona de la Gran Muralla: aquí el responsable es el funcionario de obras públicas. En esta zona podremos contribuir a la reconstrucción y ampliación de la Gran Muralla China. La familia que más aporte, recibirá grandes beneficios al final de cada tramo construido.
- Zona de Mercado: en la que podremos obtener valiosas piedras de jade si congeniamos con el funcionario de jade. Hay que tener en cuenta que el Jade es una roca que en la mitología china se pensaba que provenía de los dragones, que son animales mitológicos relacionados con el agua, por lo que tenían una gran importancia en esta cultura y el Jade estaba muy valorado.
- Zona de Intriga: en la que iremos ganando prestigio oculto que nos permitirá ganar o no los empates. Aquí es el funcionario suspicaz el que recibirá nuestros regalos.
- Zona Gugong o Palacio de la Pureza Celestial: aquí, tendremos que tratar con el funcionario de censura para ir escalando peldaños hasta conseguir llegar a la sala de la audiencia del Emperador. Es importante recordar que si al final de la partida no hemos conseguido llegar hasta el Emperador, no podremos optar a ganar la partida.
- Zona de Decretos: haciendo regalitos al funcionario de decretos, podremos conseguir los beneficios que nos otorgan alguno de los seis decretos vigentes a lo largo de la partida.
- Zona del Gran Canal: negociando con el funcionario de comercio, podremos enviar a nuestros sirvientes fuera de la provincia de Beijing para obtener recompensas permanentes en la partida.
Como pasaba con la puesta en escena, las posibilidades que tenemos en cada una de estas zonas están perfectamente detalladas en las instrucciones, así es que no me explayaré más.
Aspecto visual

Una palabra que resuma Gugong… ¡espectacular!
He de decir que nosotros compramos la versión “deluxe”, en el que los componentes tienen un poco más de grosor, el jade son cuentas de cristal, los sirvientes son meeples y no cuadrados… además de que todos los componentes tienen un poco más de grosor.
El inserto de esta edición es también un acierto total, que permite que se guarde todo en su sitio y colocado tanto al sacarlo como al guardarlo.
¡Y qué decir de la caja! Independientemente de que sea de mejor calidad o no, la ilustración de la caja me parece mucho más bonita, más fina que la de la edición normal.
Si hablamos de las ilustraciones, me parece que han tenido un gran acierto tanto en la distribución de las zonas del tablero como en el contenido de los iconos de los diferentes componentes que ayudan a recordar las acciones que se pueden ir realizando. El conjunto es precioso.
Eso sí, he encontrado una pega, que es fácilmente salvable mirando con detenimiento las cartas de regalo. Estas cartas, en su esquina superior derecha, tienen un dibujo de un abanico o el símbolo del Ying y el Yang. Se han de clasificar estas cartas en función del número de varillas coloreadas del abanico (0, 1, 2, 3 o 4), que serán los distintos mazos de inicio del tablero (montón de 7) como de los diferentes jugadores (hasta 4 jugadores), así como el mazo de robo (las del símbolo Ying y Yang). Es harto difícil distinguir (por lo menos para mí, que ya he comenzado con la presbicia) distinguir bien el número de varillas rellenas de cada uno de los abanicos… y con el brillo de las fundas peor que peor, pero es un pequeño detalle dentro de la gran puesta en escena de este juego.
Experiencia personal

Pues tras varias partidas a diferente número de participantes, he de decir que todos los jugadores han salido con una muy buena sensación de la partida. Es cierto que en un primer momento la cantidad de acciones que tiene el juego puede ser abrumadora, y realmente los primeros turnos vas un poco a tu bola sin saber exactamente qué puñetas estás haciendo.
También agobia un poco eso de que si no tienes audiencia con el emperador no podrás ganar la partida, por lo que la mayoría de jugadores se ponen como locos a avanzar por el Palacio de la Pureza Celestial. A mitad de partida se dan cuenta de que no es tan difícil como aparenta ir subiendo y lo dejan un poco más de lado.
Realmente he jugado partidas que han sido ganadas yendo a temas muy diferentes, pero creo que un factor determinante para ganar es la recolección de piedras de jade. Aunque también es muy importante ir aumentando tu caterva de sirvientes y cartas en mano para poder ir realizando más acciones en cada día, porque recordemos que la partida solamente dura 4 días…

A dos jugadores las partidas pueden ser bastante cortas, y a cinco, cuando te das cuenta, ha pasado un montón de tiempo, pero no te llegas a aburrir porque el entreturno (si los jugadores no tienen mucho AP) no se hace excesivamente largo, ya que te pasas todo el tiempo maquinando qué hacer en tu siguiente turno con las cartas que hay sobre la mesa y las múltiples opciones que el juego

presenta.
Para los peques es un poco denso para jugar, no porque no entiendan la mecánica que no es excesivamente complicada, sino porque cada partida ofrece tal número de posibilidades que hace que se pierdan y no sepan qué hacer.
Para los más mayores y maduritos, la impresión general es que es un muy buen juego. Hasta la mitad de la primera partida no se suele entender realmente bien de qué va la cosa, por lo que al final te quedas con ganas de jugar otra “ahora que ya sé de qué va la cosa”. A partir de la segunda partida, ya se le puede sacar todo el jugo y realmente es bastante duro conseguir puntos para ganar.
Personalmente, adoro los juegos con estética oriental, y este es de los mejores que he visto. ¿A vosotros también os gustan? ¿Os pasa con otros temas, que cuando veis un juego de un tema concreto no podéis resistiros? Comentadlo con nosotros!